14 julio, 2020
En notas anteriores nos hemos referido a los efectos del estrés oxidativo diciendo que es un desequilibrio entre la formación de radicales libres – moléculas que son producto normal y necesario del metabolismo celular pero que en exceso producen aumento del colesterol malo, envejecimiento prematuro, alteraciones en el ADN, desarrollo de cáncer y otras patologías – y la capacidad antioxidante del cuerpo.
La capacidad antioxidante previene o contrarresta la oxidación celular o formación de radicales libres y está a cargo fundamentalmente de los antioxidantes. Las vitaminas C y E son antioxidantes, y también tienen esa capacidad determinadas proteínas como las llamadas enzimas antioxidantes. Entre esas proteínas podemos citar a las enzimas superóxido dismutasas, simbolizadas como SODs.
Lo interesante es que estas proteínas necesitan de algunos oligoelementos como el cobre (Cu), el manganeso (Mn), el selenio (Se), el zinc (Zn), entre otros, como por ejemplo la CuZnSOD, o superoxido dismutasa dependiente de Cu y Zn. Se ve así claramente que la cantidad de esos oligoelementos es fundamental para la buena función de estas enzimas antioxidantes y por lo tanto para la prevención de muchas enfermedades.
Es decir, el Cu es importante para que el organismo tenga una buena capacidad de contrarrestar el estrés oxidativo.
También es esencial para el mantenimiento de un sistema inmunológico sano, con sus distintos componentes plenamente desarrollados y con la capacidad de ejercer las defensas del organismo mediante la secreción de citoquinas y la producción de anticuerpos, entre otras funciones. Se ha demostrado claramente que en dietas carentes de este nutriente, ninguna de las células clave del sistema inmunológico como los linfocitos T, los macrófagos o los linfocitos NK, ejercen adecuadamente su función. En esas condiciones, el organismo es más susceptible a las infecciones de toda índole y al desarrollo de patologías severas como por ejemplo el cáncer.
La deficiencia de Cu provoca también anormalidades en el tejido óseo, en los glóbulos rojos provocando anemia, y en la conducción del estímulo nervioso.
Una dieta variada que incluya granos enteros, legumbres, frutas secas, mariscos, garantiza la ingesta de cobre en condiciones normales del individuo.
Asesoró: Equipo de investigación del Instituto de Inmunooncología Dr. Ernesto J.V. Crescenti.
Acerca del Instituto de Inmuno Oncología Dr. Ernesto J. V. Crescenti: Centro médico dedicado a la atención, diagnóstico y tratamiento de pacientes con cáncer y pacientes diagnosticados con enfermedades en las cuales se presenta una alteración del sistema inmunológico.