5 octubre, 2019
Provocada por una alteración de la barrera protectora del organismo, la psoriasis se presenta en forma de lesiones rojizas, cubiertas por escamas blancas y secas. Afecta a hombres y mujeres en cualquier momento de la vida, pero con el tratamiento adecuado se pueden aliviar los síntomas.
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica y no contagiosa, que se presenta en forma de lesiones rojizas, cubiertas por escamas blancas y secas, que se localizan en distintas partes del cuerpo. Forma parte de la larga lista de las enfermedades autoinmunes en las que el sistema inmunológico se ve afectado y embiste a las células, tejidos y órganos sanos de su cuerpo por error.
Estas enfermedades están vinculadas a cómo responde el sistema inmune a determinados desencadenantes o influencias ambientales. Aunque en el transcurso de la atención clínica se ha observado que la mayoría de los pacientes que poseen una enfermedad autoinmune por lo general poseen algún problema a nivel emocional o están atravesando una situación de angustia o estrés. Estas emociones, sostenidas en el tiempo, afectan seriamente el desarrollo de la vida cotidiana y la salud.
La psoriasis puede aparecer en forma repentina o lenta. Muchas veces desaparece y luego se reactiva una y otra vez. Su particularidad radica en la duración del proceso de recambio de las células de la capa superficial de la piel, el tiempo de este proceso es generalmente de 28 días, pero en pacientes con psoriasis sea realiza en el lapso de entre 3 y 4 días.
Esta enfermedad afecta a hombres y mujeres en cualquier momento de su vida y puede presentarse de diferentes maneras: en placas (partes de piel enrojecidas, cubiertas por escamas de plateadas a blancas), pustulosa (similar a granos con pus), eritrodérmica (enrojecimiento de la piel generalizado), en gotas (aparecen pequeñas manchas entre rojas y rosadas) e inversa (el enrojecimiento e irritación de la piel ocurre en axilas, ingle y entre la piel superpuesta).
Los síntomas más frecuentes son espacios de piel irritados y rojos, piel seca (cubierta con escamas), lesiones genitales, dolor articular, cambios en las uñas (color amarillento, hoyuelos y separación entre la uña y la piel) y descamación abundante del cuero cabelludo.
Si bien tiene un origen genético, está relacionada con una alteración del sistema inmunológico y puede ser desencadenada por múltiples factores como bacterias, virus y hongos, determinados medicamentos, consumo de alcohol y tabaco, el stress, los climas fríos, el rascado o fricción frecuente y cambios hormonales.
Puede comprometer codos, rodillas, tronco, cuero cabelludo, palmas de las manos, plantas de los pies, uñas y articulaciones, pero cabe destacar que, con el tratamiento apropiado, generalmente no afecta la salud física general. El paciente deberá estar atento a las recomendaciones del médico tratante que pueden mejorar la calidad de vida del paciente.
CONSEJOS PARA PACIENTES
Como en todas las enfermedades, y en mayor medida en las que los signos son visibles, el aspecto psicológico es fundamental, ya que el sentirse discriminados o excluidos puede tener un impacto negativo en la vida social del paciente y elevar la incomodidad a la hora de mostrarse en público o tener que exponer áreas del cuerpo que habitualmente cubren por temor a las preguntas o las miradas incómodas.
Desde la comunidad médica y las asociaciones de pacientes tenemos que continuar trabajando para desestigmatizar la enfermedad. El desconocimiento puede afectar demasiado a los pacientes, por lo que es recomendable confiar en el médico y en el dermatólogo, así como acudir a terapia si fuera necesario.
Infografía